San Valentín en La Montaña Mágica

Aquí estamos otra vez!!

El día de San Valentín hemos estado en La Montaña Mágica, unas casitas rurales que hay en el monte encima de la aldea de El Allende, en Llanes. Fue el regalo de Iñaki, un sitio al que queríamos volver, pues ya estuvimos hace algunos años.

El lugar es precioso, con una vista a los picos de Europa digna de ver, y una sensación de "respirar" que no se tiene ni por asomo en la ciudad.

El viaje es un poquito largo, unas dos horitas "largas", pero yo sé de uno que tampoco lo pasó muy mal, porque entre las dormiditas e informarse un poco de lo que pasa en el mundo...

Comimos en Santillana del Mar, en el restaurante La Ermita. Se comía bien, sin más, pero los postres eran una maravilla!!
Para llegar hay que dar mucha vuelta, mucha curva y carreteras estrechísimas para ambos sentidos, pero cuando por fin lo encuentras, es la gloria bendita!!

Pues nada, una vez allí y quedarnos embelesados con el sitio, fuimos a recepción y llamamos para que nos pasasen las llaves de la habitación.

La habitación muy bonita, un dúplex con unas vistas preciosas, aunque había que tener cuidado con las escaleras, que eran muy estrechas y ya nos contó el dueño que hace 2 meses tuvieron que llevar a una chica al hospital, porque iba por la noche medio dormida a bajar al baño y cayó rodando escaleras abajo, con costillas rotas y demás. Ni qué decir tiene que Iñigo durmió abajo, con la cunita en la sala, por si las moscas.

La estancia perfecta, calefacción en la habitación y aparte hay chimenea por si queremos encenderla, aunque sea por gusto. Cenar y desayunar bastante bien también, y unos postres pues como en el restaurante que estuvimos, para caerse de espaldas.

Con Iñigo fuimos a ver los caballos y los corderos al establo, y la verdad es que alucinó bastante. Le gustó mucho estar en la hierba sentado y cogiendo florecitas.

Bueno, y el jacuzzi también le gustó, como a amatxu y a aitatxu. Menudo baño nos pegamos los tres!!! Había más espuma que la que nos echaban los bomberos en fiestas para que nos rebozásemos en ella.

En fin, un kit-kat de relax que como todo lo bueno, se acaba... a ver si volvemos pronto y la podemos aprovechar más y mejor.