La verdad es que no sé cómo comenzar este post. Ni siquiera sé lo que me empuja a hacerlo, ni si hago bien o mal haciéndolo. Pero tengo esa necesidad. Quizás porque es una parte de mi vida "importante", que me ha marcado mucho y que no sé si me ha fortalecido o me ha hecho más débil. Aún lo tengo muy reciente y ni siquiera se cómo me siento, a excepción de una fuerte presión en el pecho que no me deja respirar.
Esta mañana en el trabajo se ha desplomado un señor delante de mí y de su esposa, que no podía más que pedir ayuda y llorar desconsoladamente. Sí, el señor era un hombre mayor y aparentemente y por lo poco que he podido escuchar a su mujer, no se encontraba ya muy bien con anterioridad. El caso es que me he visto en la obligación moral, lógica, no sé exactamente cómo mencionarlo correctamente, pero he sentido la necesidad de intentar hacer algo con este señor, porque se iba amoratando por momentos y la verdad es que su cara no era de buen augurio. He intentado reanimarle con un masaje cardiaco, con tal tensión de nervios por gente alrededor, la esposa nerviosa, el hombre allí tumbado tan indefenso... apenas atinaba en localizar el corazón, pero por fin he logrado hacer "algo". Seguido me ha venido a ayudar un compañero vigilante de seguridad, con más fuerza que yo y me ha relevado en dicha acción, mientras yo acudía al exterior a ver si llegaba esa ambulancia que en esos momentos parecía no hacerlo nunca, a pesar de haberla avisado varios de mis compañeros de trabajo.
Desgraciadamente, no ha sobrevivido. Ni por nuestro intento manual e impotente de querer hacer algo, ni mediante el desfibrilador portátil de los profesionales que por fin llegaron, ni por ese libro de firmas llamado Destino. Nada ni nadie ha podido salvar a ese señor.
Y qué pasa entonces? Qué queda? Cada una de las personas que estaban allí, ayudando algunos, mirando otros, la mujer, mis compañeros... cada uno se llevará parte de ese hombre a su casa, a sus palabras, su mente, a su corazón... su mujer, que lo vió desplomarse y marcharse de su lado para siempre; los profesionales que intentaron reanimarle durante largo tiempo, sin poder hacer nada ni siquiera con instrumental adecuado; la gente que se quedaba merodeando y me preguntaba "está muerto?"; un señor que se prestó a ayudar desde un primer momento y que así lo hizo en todo hasta el final; mis compañeros de trabajo, ayudando directa e indirectamente al señor... absolutamente todos nos llevamos parte de él, sin ni siquiera conocerle, pero importándonos de una u otra manera, para mal o para bien.
Yo sé que he hecho todo lo que estaba en mi mano, y nunca mejor dicho, pues es con lo único con lo que podía ayudarle. Aunque siempre me quedará el pensamiento "abré hecho todo lo posible?". Porque sí, me lo pregunto. E incluso me siento culpable de no haber podido hacer más, pues tampoco mis nociones para poder hacerlo eran frescas ni suficientes, pero por una u otra razón, no he podido hacer más. Y lo siento mucho. Lo siento por su mujer, por sus hijos y sus nietos. Y lo siento por mí, porque ya no seré la misma persona, o eso pienso ahora mismo. Pero tendré esa imagen para el resto de mi vida.
Desde aquí, aunque no me llegarán a leer probablemente nunca, quiero dar mi más sentido pésame a su familia, que al final son los que se quedan y los que sentirán su ausencia, sobre todo su mujer, que esoy segura de que no se merecía tal horrible situación. Quiero decirles que lo siento, mucho, muchísimo, que una vida que se va duele mucho cuando sobre todo lo hace delante de uno, aún sin ser alguien "querido". Y que mientras veía que esa vida marchaba, algo tiraba de mi pecho exigiéndome una oportunidad. Y aún me duele el pecho. Quizás porque no se la pude dar. A lo mejor la mirada de mi hijo me ayude a respirar un poco mejor cada día, estoy segura de que sí.
A ese señor, espero que el último tren que ha cogido tenga un bonito destino y se lo haga saber a su gente en sueños. Es lo que me gustaría.
Descanse en paz.